GRUPOS PEQUENOS SALUDABLES Capítulo 4
CINCO PROPÓSITOS PODEROSOS PARA LOS GRUPOS PEQUEÑOS
A simple vista parecería que es innecesario definir cuáles son los propósitos de los grupos pequeños, pero la verdad es que hay personas que aunque han participado por años de grupos pequeños aún tienen un concepto limitado de los mismos. Es común ver que iglesias que trabajan con alguno de los modelos ministeriales de grupos pequeños se enfoquen únicamente en uno o dos de sus propósitos o funciones. Mirar el ministerio de los grupos pequeños sólo por la utilidad de una de estas funciones es desperdiciar el potencial disponible que dicha forma de ministrar le brinda a la Iglesia. También he observado que, cuando surge alguna modalidad o variante de trabajo con grupos, algunas congregaciones suelen cambiar el propósito de sus grupos con una pasmosa facilidad, quitándoles identidad a los mismos. La falta de claridad crea
confusión e inestabilidad en los líderes y en los miembros de los grupos.
Una iglesia que sólo use grupos pequeños para evangelizar y no para discipular, promover el compañerismo o incentivar la espiritualidad de sus miembros, está limitando el poder de los grupos. Pasa igual cuando encontramos a una iglesia que es muy buena en la adoración, pero descuida su trabajo en el área social, lo que hace que se vea como indiferente a la comunidad donde está ubicada. Recuerde que los grupos pequeños son una expresión de la iglesia, por lo tanto, la ministración a través del grupo es la ministración de la iglesia.
Conocer bien los propósitos para los que son útiles los grupos,
ayudará a las iglesias a utilizarlos de una manera acertada y precisa; lo cual redundará en crecimiento para la iglesia y mejor desarrollo espiritual de los miembros. Mientras más amplia la definición conceptual de los grupos pequeños, más son las posibilidades para que las personas de la comunidad se conecten con la iglesia. Es bueno recordar que los grupos pequeños constituyen una importante puerta de entrada para la iglesia.
“Cuando los líderes de la iglesia se enfrentan con definiciones imprecisas de grupo pequeño, tienden a caer en definiciones estrechas. Por ejemplo, los líderes de grupos pequeños definen estrictamente las expectativas sobre el crecimiento espiritual de los integrantes, y entonces cosechan fracaso y frustración. Si te encuentras con líderes de grupos pequeños desanimados y con supervisores de departamentos en la iglesia reticentes, es probable que tu iglesia necesite definir de manera más precisa las expectativas espirituales y los elementos esenciales de los grupos pequeños.” (Bill Donahue y Ross Robinson (p.167) en “Los Siete Pecados Capitales de los Grupos Pequeños”).
En su libro “Iglecrecimiento Integral”, el Dr. Juan Wagenveld
menciona las funciones de una iglesia saludable: Proclamación, Enseñanza, Servicio, Comunión y Adoración. Veamos cada una de ellas, aplicadas a los grupos pequeños y a sus reuniones.
“No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. 2 Pedro 3:9
Un grupo pequeño saludable lleva a cabo la tarea de la evangelización con pasión y determinación, y sus miembros saben que son un instrumento de Dios para cumplir la Gran Comisión. El grupo reconoce bíblica y teológicamente que debe cumplir satisfactoriamente con la función de la evangelización y que esa es, en efecto, su misión. Al mirar hacia fuera de la iglesia y poner atención en lo que está ocurriendo en el mundo, recibirán una confirmación de que los de afuera necesitan oír su mensaje.
Es William Temple quien da una de mis definiciones favoritas de
evangelización. Evangelización es: “Presentar a Jesucristo, con el poder del Espíritu Santo, para que los hombres confíen en Él como Salvador y le sirvan como Señor en la comunión de la Iglesia”. Veamos más detenidamente la definición de Temple. Hay cinco elementos importantes e interesantes en el proceso de evangelización que veo en esta declaración:
“Presentar a Jesucristo”. La buena evangelización está comprometida con anunciar la intención y el deseo de Dios de reconciliar a los hombres consigo mismo a través del sacrificio vicario de su Hijo Amado. (2 Corintios 5:19).
No es anunciar otro nombre ni tampoco el nombre de una organización. El acto de la evangelización es una acción que le corresponde al creyente que ha experimentado la transformación de su vida al recibir el mensaje de la cruz en su mente y corazón.
“En el poder del Espíritu Santo”. Dios nos da el mensaje, pero también nos da la capacitación. Fue el Espíritu Santo quien coordinó el encuentro de Felipe y el etíope para que éste oyera el mensaje de la salvación por la fe en Jesús. Fue el Espíritu Santo quien dirigió al apóstol Pablo a Filipos, la primera ciudad de Macedonia, donde se encontró con Lidia y las demás mujeres junto al río. Allí se convertiría luego la muchacha doblemente esclava, de los hombres que la explotaban económicamente y de los demonios de adivinación. Allí también se convertiría el carcelero de aquella ciudad. Del mismo modo, hoy día, es el Espíritu Santo quien sigue dirigiendo a los cristianos en su misión de evangelizar
dándonos el poder y la autoridad y siguiéndonos con las señales.
“Confíen en Él como Salvador”. Mientras se hace tan difícil en nuestros días el poner la confianza en personas, instituciones, partidos políticos o gobernantes, la evangelización es una invitación para aceptar a Jesús como el único salvador. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12. En la reunión de Lausana III en Ciudad del Cabo, se trajo a discusión el desafío de presentar la singularidad de Jesús en un mundo pluralista y postmoderno. ¿Cómo podemos persuadir a nuestro mundo a ver que Cristo es la respuesta a los grandes desafíos y es el único camino a Dios?, fue una de las preguntas que discutimos cerca de
4,000 participantes de casi 200 países reunidos en
Suráfrica.
“Le sirvan como Señor”. Jesús es nuestro salvador, pero también tenemos que conocerlo y aceptarlo como nuestro
Señor. Eso significa que Él desea tomar el control de todos los aspectos de nuestra vida. Durante mi tiempo de misionero en Paraguay, aprendí que los hermanos paraguayos se refieren a Dios en su idioma Guaraní con la palabra Ñandejára. Esta palabra significa que Dios es: “Nuestro dueño”. Así que detrás de la palabra “Dios” ellos tienen la idea que Él es el dueño absoluto de toda nuestra vida. No podemos limitar la obra de Dios en nuestras vidas ni tener una visión incompleta de su alcance y profundidad. Debemos declarar la Salvación por Cristo, pero también nuestro mensaje debe declarar el señorío de Cristo sobre todos los aspectos de nuestra vida.
“En la comunión de la iglesia”. El lugar más conveniente donde ubicar a la persona que conoce a Cristo es en la Iglesia de Cristo. La vida nueva no se vive sólo individualmente, también se vive en comunidad junto a otros creyentes que han recibido a Jesús en sus
corazones. Esa comunidad de fe está integrada por el grupo de creyentes que adoran, sirven y viven su fe amándose los unos a los otros. El nuevo creyente debe saber también que tiene un compromiso de servicio con su nueva comunidad de fe.
Para que la evangelización a través de los grupos pequeños funcione en una iglesia, los miembros y sus líderes deben estar equipados con la literatura apropiada y entrenados sobre las diversas formas de evangelizar a través de los grupos pequeños. Además, la iglesia debe estar convencida de que esta metodología es apropiada para la comunidad donde ministra. Los miembros de la congregación deben conocer que la evangelización es parte de la naturaleza de la misión.
Es bueno identificar la diferencia entre lo que es “enseñar” y “entrenar”:
1-Enseñar sobre evangelización. El modelo que más comúnmente se utiliza para tratar de alcanzar este objetivo es el de la instrucción formal en las escuelas, llamado también el modelo escolástico. Este es el acto de enseñar o instruir a las personas para desempeñar cierta tarea. El maestro habla e imparte información, y los alumnos escuchan y reciben la
información. Este modelo es eficaz cuando el objetivo es simplemente impartir información.
2-Entrenar o adiestrar para llevar a cabo la evangelización. Cuando el objetivo es capacitar a una persona para desempeñar una tarea hay otros modelos que son más eficaces. Cualquier modelo que incluya el aspecto práctico llevará a las personas a tener mejores resultados en su trabajo de evangelización. En especial, porque le permite a los aprendices contextualizar lo aprendido.
Para el ministerio Echando Raíces en Ponce, Puerto Rico, el aspecto
práctico es fundamental para entrenar a los creyentes y moverlos a la acción. Ellos han creado la “Escuela de Evangelización” que consiste en un entrenamiento teórico-práctico que se ofrece por las iglesias. Su director, el pastor Mario Guzmán, narró la siguiente historia ocurrida en uno de los entrenamientos dirigidos a jóvenes. Él dijo: “Después de darles el fundamento bíblico de la evangelización, tuvimos un tiempo de oración juntos y nos fuimos al área de La Rambla (un área muy concurrida de la ciudad de Ponce, que tiene muchos negocios típicos con ritmos musicales caribeños) a presentar el mensaje de la Salvación todas las personas con las que nos encontráramos. Al principio noté que los muchachos estaban un
poco inseguros, así que yo di el primer paso y les mostré como se hacía. Entré a uno de los negocios que tenía la música con el volumen más alto, saludé a los que estaban presentes, y, en especial, le hablé a una mujer que estaba en medio del grupo. Cuando le presenté el evangelio, ella lo recibió con mucho agrado y me permitió hacer una oración por ella. Resultó que esta mujer era la dueña del local y que ese día era su cumpleaños. Ella recibió el regalo de la Salvación. Le pedí que me dejara hacer la oración por el micrófono y todos los presentes escucharon por los altavoces la Palabra de Dios. Cuando los muchachos vieron el resultado, se animaron y comenzaron a evangelizar con un entusiasmo contagioso”. Mario estaba usando el modelo de Jesús: Él les enseñó a sus discípulos, luego les dio el ejemplo, los modeló, después los empoderó y los envió.
Varios años antes de iniciar este libro, estuve con el Dr. Daniel Sánchez en el Primer Encuentro de Instructores de la Red de Multiplicación realizado en Toa Alta, Puerto Rico. Le pregunté al Dr. Sánchez cuál era un elemento que no debía faltar en un libro sobre grupos pequeños. Su respuesta fue: la contextualización. El Dr. Sánchez tuvo la gentileza de “equiparme” regalándome su libro:
“Iglesia: Crecimiento y Cultura”, en el que dice (pág.7): “En las Sagradas Escrituras encontramos la base para contextualización del evangelio y del crecimiento de las iglesias. En varios pasajes claves vemos evidencia de la forma en que se presentó el mensaje. En los evangelios, en el libro de los Hechos, y en las Epístolas vemos que el evangelio que se predicaba era el mismo, pero se comunicaba en tal forma que fuese comprendido por los oyentes en los diferentes contextos socioculturales”. Luego toma el ejemplo de Jesús y la evangelización de tres personas: Nicodemo, la Samaritana y Zaqueo.
A Nicodemo, quien estaba tratando de salvarse mediante sus
prácticas religiosas, Jesús le dijo:”Ustedes tienen que nacer de nuevo” (Juan 3:7). En otras palabras, Nicodemo necesitaba un cambio espiritual tan glorioso y radical que la única forma de describirlo es usando la analogía del nuevo nacimiento. Luego Jesús hizo alusión a un evento del Antiguo Testamento: la serpiente de bronce, para que Nicodemo pudiera comprender la naturaleza de la fe que se necesita para experimentar ese cambio. Jesús presentó el mensaje a Nicodemo en términos de un cambio espiritual que se alcanza por medio de la fe
en el Hijo Unigénito de Dios, quien sería levantado en la cruz como la serpiente fue levantada en el desierto.
A la samaritana, quien fue al pozo a sacar agua, Jesús le habló acerca del agua material y luego del agua espiritual (Juan 4:7-10). Comenzó con lo que ocupaba la mente de la mujer: el agua física. Después de haber captado su interés, le habló de su verdadera necesidad: el agua espiritual. Jesús presentó el mensaje de la Salvación en términos del agua viva que sacia la sed espiritual de la humanidad.
A Zaqueo, el rico cobrador de impuestos odiado por el pueblo,
Jesús le brindó compañerismo (Lucas 19:5): “Zaqueo, apúrate, baja de allí porque hoy voy a quedarme en tu casa.” El pueblo odiaba a Zaqueo debido a la forma deshonesta en que se ganaba la vida. Lo primero que Jesús le ofrece es compañerismo. Fue mediante este compañerismo que Jesús le comunicó el mensaje y después pudo decir: “La salvación ha llegado a esta familia”.
Es interesante notar que Jesús adaptó la presentación del mensaje a la situación de cada persona. Jesús predicó un solo mensaje, el mensaje
del Reino, pero adaptó su presentación al contexto sociocultural de cada persona.
El grupo pequeño saludable enfatiza en el evangelismo relacional porque entiende que la mayoría de las personas llegan a recibir a Jesús gracias a que un pariente, amigo o compañero de estudios o de trabajo los condujo a conocer el evangelio. Daniel Sánchez ha propuesto un modelo de evangelización relacional (pág. 33-39). El dice: “Teniendo en mente el hecho de que muchas personas no recibirán el mensaje de salvación a no ser que lo escuchen de alguien en quien confían, el hecho de que las personas están en diferentes niveles en cuanto a conocimiento del evangelio, y el hecho de que para muchos la decisión de recibir a Cristo es el resultado de un proceso, hemos diseñado el siguiente modelo de evangelización relacional: La persona que va evangelizar debe atender estas 5 preguntas:
1-¿Quiénes se hallan en mi mundo de influencia?
Su Jerusalén. Son las personas con quienes usted tiene vínculos estrechos. Forman parte de su familia inmediata: esposo, esposa, hijos, padres, hermanos, hermanas; y de su familia extendida: abuelos, tíos,
primos. Estas personas son las que más cerca nuestro están en el vínculo sanguíneo y en lo físico. Usted está en mejor posición para hablarles del evangelio de forma que tenga más relevancia para ellos.
Su Judea. Son las personas con las que tiene trato frecuente y ciertas cosas en común. Pueden ser sus amigos, vecinos, compañeros de estudio, de trabajo. Tal vez no tiene vínculos tan estrecho como con sus familiares, pero el nivel de relaciones es tal que ellos le van a escuchar hablar del evangelio.
Su Samaria. Hay otros con quienes usted tiene un trato
más ocasional. Usted se los puede encontrar en un centro comercial, en su vecindad o en distintos escenarios casuales, como lo fue el encuentro de Jesús con la mujer Samaritana. Ella tenía una necesidad de agua y fue al pozo. Allí se encontraron. Aunque usted no considere a estas personas sus amigos íntimos, puede sacar un tiempo para conocerles mejor, cultivar su amistad, a fin de saber cómo presentarles el mensaje de forma que tenga relevancia para sus vidas.
2-¿En qué nivel me comunico con ellos?
G. Campbell Morgan en Sánchez (pág.35) menciona que la
conversación de Jesús y Nicodemo en Juan 3 progresó de un nivel de “cara
a cara”, a nivel de “mente a mente”, y luego a un nivel de “corazón a corazón”. Primero hubo un saludo (v.2), luego conversaron acerca del nuevo nacimiento (vv.3-13), y, finalmente, hablaron de la necesidad de una fe personal (vv.14-16).
Tres niveles de comunicación con las personas
Nivel Propósito Acción
Cara a cara Un saludo Conocerlo mejor Mente a mente Intercambiar ideas Compartir lo básico Corazón a corazón Comunica asuntos Guía a Cristo
espirituales
3-¿Cuánto conocen del evangelio?
Para saber cómo y cuándo presentar el mensaje de salvación es importante saber cuánto conocen estas personas del evangelio. Sánchez presenta una variación de la Escala de James Engel para medir cuánto conocimiento y receptividad tienen las personas en cuanto al evangelio. Él resume la escala en tres etapas:
Etapa 1- Ningún conocimiento del evangelio.
Etapa 2- Conocimiento vago del evangelio.
Etapa 3- Conocimiento básico del evangelio.
En cada etapa el autor clasifica la actitud de las personas a evangelizar de dos formas: “positiva” o “negativa” para definir y seleccionar un acercamiento adecuado a las personas.
4-¿Qué está aconteciendo en su vida?
Esta pregunta está dirigida a conocer en qué momento de la vida se encuentra la persona o si está pasando por algún cambio. Estos cambios pueden ser personales, tales como la muerte de un ser querido, la pérdida de un amigo, mudanza, divorcio, enfermedad, etc. También pueden ser cambios sociales u ocupacionales como la pérdida o cambio de su empleo o jubilación, encarcelamiento o el nacimiento del primer niño. A medida que se establecen las relaciones, el creyente puede darse cuenta de lo que está pasando en la vida de la persona que está evangelizando.
5-¿Cuál es la estrategia a usar?
Más adelante brindamos algunas sugerencias que usted puede considerar para la evangelización desde los grupos pequeños.
Nuestro Señor pasaba su tiempo visitando de casa en casa (Oikos). Veamos varios ejemplos:
En Lucas 7:36-38 Jesús se encuentra en la casa de un fariseo, comiendo con él. Estando a la mesa viene una prostituta y unge sus pies con perfume.
En Mateo 8:14 Jesús entra a la casa de Pedro y sana a uno de los residentes de la casa, esa vez era su suegra.
En Mateo 9:10 Jesús cena con sus discípulos y muchos publicanos y pecadores en la casa de Mateo.
En Mateo 9:23 Jesús entró a la casa de un hombre importante y levantó a su hija muerta.
“Andrés. . . era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón. . . y le trajo a Jesús. .
Juan 1:40, 41
Cualquier método o forma de evangelizar desde los grupos pequeños debe tener las características que llamo “Triple S”. El método debe ser Simple, Secuencial y Sistemático. La sencillez está en la manera de ser
comprendido por las personas. Esto es, que una vez las personas lo aprenden, lo pueden ejecutar de manera constante. Lo secuencial tiene que ver con que el contenido mueva a los que son evangelizados desde un punto de partida inicial hasta una comprensión mayor de la fe cristiana. La evangelización debe darse de manera estratégica teniendo en cuenta los procesos que están ocurriendo en la vida de las personas que evangelizamos. Lo sistemático tiene que ver con los pasos y el orden de las etapas del proceso de enseñanza. Que las personas experimenten un sentido de logro al ver los resultados de su esfuerzo.
El Proyecto Felipe
El Proyecto Felipe es una estrategia de evangelización y discipulado, que ha sido utilizada por decenas de miles de iglesias en América Latina y el mundo con enormes resultados. Es un buen ejemplo porque contiene los 3 elementos mencionados: simple, secuencial y sistemático.
El estudio del evangelio de Juan o Mateo del Proyecto Felipe, que consiste de un estudio de cinco semanas de duración, es una buena forma para que las personas conozcan a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas mientras están leyendo y estudiando uno de
los evangelios. Estos estudios bíblicos son sencillos ya que consisten de la lectura del evangelio. Mientras que las personas van leyendo los capítulos, se les invita a contestar unas preguntas que están impresas dentro del mismo libro de estudio. Estos estudios se pueden hacer tanto en el templo como en la comodidad de la casa, de una oficina, de un colegio o en el lugar de trabajo.
Es importante que se lleve a cabo el encuentro donde mejor se
sientan las personas que estamos evangelizando. Conozco de una iglesia que distribuye miles de estos evangelios en su ciudad y luego da el seguimiento con los grupos pequeños de estudio con aquellos que mostraron interés en seguir estudiando la Palabra de Dios. Si alguna persona no sabe leer, el creyente le ayuda leyendo en voz alta los pasajes bíblicos.
¿Quién es Dios?
¿Quién es el hombre?
¿Qué hizo Dios? (respuesta de Dios al hombre)
¿Qué debe hacer el Hombre? (respuesta del hombre a Dios)
El cine. Se dice que “el cine es la nueva iglesia” porque mucha gente que no va a la iglesia prefiere ir al cine. Y, ¿qué impide que usemos este medio para evangelizar? ¿Cómo? Use la estrategia de invitar a las personas a ir al cine y vayan en grupos a ver películas éticas y con enfoques positivos como “Narnia”, “Huérfanos de Ruanda”, “África United”, “Valientes” (Courageous) y otras más, y luego reúna el grupo para discutir el mensaje de la película. Busque lo que dice la Biblia acerca de eso.
Películas. Si no le gusta ir al cine, lleve el cine a su casa. Pase
películas como “Jesús”, “María Magdalena”, “La Pasión de Cristo”, etc. y luego anímese a invitar a los presentes a recibir a Jesús en sus vidas y convertirse en discípulos del Maestro. Ore por ellos y preséntelos delante de Dios como nuevos hijos suyos.
Hogares Mateo del Proyecto Esperanza (en los países que están disponible) Este el proyecto que la Asociación Evangelística Billy Graham está llevando a cabo en diversos países del mundo.
Al recibir a Jesús como Salvador y Señor también estamos recibiendo la responsabilidad de la proclamación de su Palabra, participando activamente en la tarea de dar a conocerlo por todo el mundo. Como solía decir el predicador cubano Cecilio Arrastía: “Salvación y Misión son dos caras de una misma moneda”. Es decir, siempre que Dios nos salva, nos da una misión que cumplir. A Moisés lo salva de las aguas del Río Nilo para cumplir la misión de liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. Salva a Daniel del foso de los leones y le da la misión de estar en la casa del rey. A los discípulos los salva y los convierte en pescadores de hombres. Evangelización es una expresión de gratitud
La evangelización es el resultado natural de un corazón agradecido. En ese sentido, el compartir las Buenas Nuevas con otras personas es una expresión de gratitud a Dios por haber derramado de su gracia sobre nuestras vidas.
Otra definición de evangelización que me agrada es mucho más corta que la de William Temple. La escuché de un evangelista de la India. “Evangelización”, decía él, “es un mendigo diciéndole a otro mendigo dónde encontrar pan”.
Lamentablemente, mucho del arduo trabajo de grandes campañas evangelísticas se pierde debido a que no está conectado a un esfuerzo de seguimiento para retener el fruto del trabajo. La información constante que recibo de los pastores es que el número de las personas que persevera en las iglesias después de una cruzada evangelística, sea grande o pequeña, es por lo general sumamente reducido. En cambio, como ya hemos señalado, el porcentaje de convertidos porque un familiar, amigo, vecino o compañero de trabajo le predicó el evangelio es sustancialmente más alto. Esto nos permite valorar la evangelización personal acompañada con el seguimiento a través de los grupos. Es decir que para hacer el trabajo de evangelización más exitoso, es importante la conexión con un grupo pequeño de creyentes para darles el seguimiento a los nuevos.
“Si ustedes siguen obedeciendo mi enseñanza, serán verdaderamente mis
seguidores (discípulos). Juan 8:31b Estaba en un país de Centroamérica junto a mi colega de México, Arturo Robles, e íbamos en taxi hacia la parada de buses para tomar uno que nos conduciría al país vecino. Repentinamente,
el taxista, quien se había percatado que éramos pastores, nos lanzó una pregunta: ¿Cuál es la iglesia verdadera? Si le respondíamos con el nombre de una iglesia evangélica específica o le mencionábamos una de las denominaciones a la que pertenecíamos, la respuesta no hubiera sido muy diferente de la que le darían miembros de alguna de las secta que existen en Latinoamérica. Cada cual podría haber mencionado “su iglesia” como la verdadera, pero si daba esa respuesta no aportaría nada a la mente de este taxista que se notaba estaba haciendo la pregunta con un genuino interés de conocer el verdadero camino para llegar a Dios. Opté por preguntarle si había leído la Biblia, y me respondió que no. Le pregunté si tenía la Biblia en su casa, también me respondió con una negativa. Le pregunté entonces cuáles eran algunas de sus preguntas sobre la fe y al percatarme que eran las preguntas que hacía Nicodemo decidí regalarle un tratado que tenía conmigo titulado: “Respuestas sobre la Salvación”, un pequeño folleto que responde las 25 preguntas más comunes de las personas acerca de la Salvación.
Cuando llegamos a la parada de los buses, le entregué la literatura y discutimos un par de preguntas de la Salvación, luego le
animé a seguir leyendo y estudiando la Biblia. Algo extraordinario ocurrió en la vida de esta persona. Él había mudado su rostro con una evidente alegría y una gran sonrisa. Reflejaba un gozo por haber encontrado finalmente respuestas claras para sus preguntas. Nosotros estábamos contentos porque evangelizamos a un “etíope” en Centroamérica.
Pero no es el final de este relato. Espontáneamente este joven
taxista nos dijo que llevaba cuatro años en una conocida iglesia evangélica y nunca había leído la Biblia. ¿¿¿Quééé??? No podíamos pronunciar una palabra de lo sorprendidos que quedamos.
Nuestros corazones sintieron una profunda preocupación por la condición de algunas iglesias y la poca atención que se le da a la formación de los nuevos creyentes -me temo que- en gran parte de América Latina. Y es que muchas de las personas que llevan a cabo la evangelización ignoran la importancia del discipulado, mientras que otros no saben cómo llevarla a cabo de manera práctica y efectiva. Aún muchos pastores no son conscientes de los procesos de discipulado que requieren los nuevos creyentes porque piensan que
llevarlos a la iglesia e introducirlos en un programa eclesiástico es suficiente.
Siéndoles franco, la realidad es que yo también estuve en la lista de los que pensaban que hacer discípulos era solamente llevar gente a la iglesia. Recuerdo cuando estaba en el campo misionero plantando la primera iglesia, a pesar de conocer bastante del mensaje de la Biblia, no sabía cómo conducir a un nuevo creyente por un estudio sistemático fundamentado en la Palabra, para guiarlo en sus nuevos pasos en la fe cristiana. Estoy hablando de algo diferente a una clase de escuela dominical para creyentes de muchos años en el evangelio. En aquel tiempo pensaba que las personas iban a la iglesia, oían la predicación, se convertían y seguían viniendo a la iglesia donde aprenderían poco a poco y de una manera automática, por no decir milagrosa, cómo ser un buen discípulo. Y es cierto que muchos de nosotros sólo recibimos ese tipo de discipulado y permanecimos en el Camino, pero también es cierto que otros no resistieron los embates y terminaron fuera del camino del Señor.
Cuando miro hacia atrás, recuerdo con mucho aprecio el acompañamiento de un joven de la iglesia a la que asistía cuando me entregué al Señor a la edad de 16 años. Su nombre es Jesús Otero, hoy
pastor de una linda iglesia en Bayamón, Puerto Rico. Otero, quien tendría unos 18 años de edad, y yo éramos parte de una congregación de cerca de
1,000 personas. Él, a título personal, tomó de su tiempo para enseñarme cómo se daban los primeros pasos en la fe cristiana. Fuera de lo que hizo Otero, todo lo que aprendí del cristianismo era lo que se le servía a todos por igual como parte del programa de la iglesia.
Pero no sólo yo estaba sin las herramientas de hacer un discipulado
bíblico. Después de un entrenamiento que brindé sobre el tema de discipulado, un pastor expresó: “Sinceramente, nunca en mi ministerio había desarrollado el discipulado con los nuevos creyentes como lo voy a hacer ahora. He aprendido a seguir con los nuevos creyentes un proceso intencional que los guíe a conocer la Palabra de Dios y a permanecer en el camino del Señor”.
La misión básica que Jesús encomendó a sus discípulos fue la de hacer nuevos discípulos “enseñándoles”. Esa sigue siendo la tarea fundamental de la iglesia para nuestros días.
Soy de los pastores que estimulan a que se les explique bíblicamente
a los nuevos creyentes lo que está pasando espiritualmente en sus vidas a través de la Palabra de Dios. A veces nos encontramos con creyentes que
sólo expresan emociones de la experiencia de su conversión, pero pueden decir muy poco de lo que dice la Biblia respecto a cómo ocurre la Salvación. En otros casos a veces sólo “discipulamos” las emociones de las personas. No se trata de que un nuevo convertido tenga que dar una explicación teológica profunda ni un recital de pasajes bíblicos, pero sí aspiramos a que el nuevo creyente conozca bíblicamente lo básico de lo que ha sucedido en su vida desde el momento que recibió a Cristo Jesús como Salvador. Desde mi punto de vista, ahí comienza el discipulado en el sentido estricto del término.
Pero, lo más importante de este asunto es que el evangelismo y el
discipulado “no se pueden divorciar”. Como dice Wagenveld, “no sólo es la “D” de “decisión” por Cristo, sino también la “D” de “discipulado”. Y yo digo que no sólo es la “S” de Jesús como Salvador también es la “S” de Jesús como “Señor”. El señorío de Cristo sobre nosotros nos lleva a rendir todas las áreas de nuestra vida ante Dios. La Gran Comisión se concentra en “hacer discípulos” y eso tiene un mayor alcance que sólo evangelizar. El Señor dio la clave de cómo hacer discípulos. El dijo: “enseñándoles que guarden todas las cosas”.
El misionero y educador para Centro y Suramérica de la Iglesia del Nazareno, Ramón Sierra, en “Manual de Capacitación Básica de Discipulado” responde la pregunta: ¿Qué significa ser discípulo de Jesús? (p-15): “La contestación a esta pregunta es fundamental, pues en la iglesia coexisten varias percepciones. Nuestro entendimiento de lo que es un discípulo de Jesús se reflejará en el ministerio de discipulado que llevemos a cabo en la iglesia o en nuestra falta de un discipulado intencional y organizado”. Algunos errores comunes que se cometen es igualar el hacer discípulos con evangelización, presumir que el discipulado es simplemente el resultado automático del programa o actividad de la iglesia como tener cultos, dar enseñanzas, trabajar con niños y jóvenes, evangelizar, etc.
Sierra (p-17) se inclina a dar una perspectiva del discipulado
como un proceso que comienza con la misma conversión. Para él, el discipulado no se puede ver como un segundo paso después de la evangelización. El dice: “Un discípulo es el creyente verdadero que entra en la vida de discipulado en el momento de la conversión. El discipulado está conectado vitalmente a la conversión como el resultado natural. El discipulado no es un segundo paso en la vida
cristiana, sino más bien, es la vida cristiana misma. En la conversión uno se convierte en discípulo de Jesús y el proceso de crecimiento como cristiano se llama discipulado.” Sierra menciona algunos elementos clave para el ministerio de discipulado aplicables al ministerio de grupos pequeños.
1) Intencional. Significa a propósito, enfocado, secuencial y organizado.
2) Interpersonal. Basado en las relaciones personales y en la rendición de cuentas unos a otros. Nos ministra y nos desafía a un mayor compromiso y a un mejor servicio.
3) Intergeneracional. Toma en cuenta todas las edades de las
personas y la familia.
4) Interminable. Se lleva a cabo durante toda la vida y considera las diferentes etapas del desarrollo humano y las diversas situaciones que nos toca vivir en la vida.
5) Integral. Apunta a suplir las diversas necesidades de todas las
personas.
6) Intertejido. Es un proceso grupal que involucra no sólo a individuos sino también a la comunidad de fe.
7) Integrador. Alinea a todos los ministerios de la iglesia para que contribuyan a hacer discípulos.
Lamentablemente, en algunos lugares el discipulado se ha reducido a una experiencia de indoctrinamiento de alguna visión o estrictamente a alguna estrategia de crecimiento de la iglesia. Algunas congregaciones llegan al extremo de fundamentar el “discipulado” en la personalidad o estilo de un líder. Si no aprovechamos el momento de la decisión por Cristo, para enseñarles bien las disciplinas de la vida cristiana, habremos perdido una oportunidad preciosa. Luego, evangelizar a esa persona nuevamente es más difícil. Estas personas como que se vacunan contra el evangelio haciendo difícil luego la entrada del Señorío de Cristo en sus vidas.
A la hora de mirar la experiencia de la enseñanza dentro de los grupos pequeños debo afirmar, antes que nada, que por encima de los estrictos modelos que algunos insisten en que deben ser copiados
por las iglesias, la enseñanza es un proceso que parte de las experiencias personales en las que se encuentran los individuos en el momento de vida que enfrentan cuando aceptan a Jesús. Y, obviamente, no todas las personas están viviendo momentos idénticos y no todos atraviesan situaciones personales idénticas porque cada individuo es único e irrepetible.
En su libro: “Desarrolle a la Gente a través de los Grupos
Celulares”, David Stark y Betty Veldman, nos hablan de dos tipos de atmósferas a considerar al formar los grupos pequeños. Una es la atmósfera general (pág. 49) que refleja la cultura de la que formamos parte, y la otra, es la atmósfera interna personal (pág. 55). Cada una es importante para entender cómo los grupos pequeños, y mejor aún, los individuos que los integran, crecen mejor.
Atmósfera general
La atmósfera general se refiere a las condiciones y nuevos paradigmas que van modificando tanto el pensamiento como el comportamiento de las personas en la sociedad. Esa realidad nos lleva a las siguientes consideraciones:
Resulta mejor seguir los principios que los modelos.
Una cultura diversa requiere diversidad en los grupos pequeños.
Los líderes necesitan libertad para diseñar sus propios grupos.
Atmósfera personal
Es importante considerar la atmósfera personal para crear el medio ambiente de crecimiento para las personas que se reúnen en los grupos. Stark y Veldman sugieren que se conozca bien a las personas que van a participar de un grupo antes de que se lleven a cabos las reuniones. Algunas preguntas que recomiendan que se respondan son:
¿En qué etapa de su vida se encuentran?
¿Cuál es -si tiene alguno- el dolor, el estrés o las preocupaciones que cargan en su vida?
¿En qué lugar de su andar de fe se encuentran?
¿Cuáles son sus dones?
¿Qué sucede en el medio ambiente que lo rodea?
El conocimiento de esta información es crítico para ayudar a las personas a crecer en su caminar con Cristo. Más que pensar en una
serie específica de estudios para el discipulado, primero debemos informarnos sobre quiénes componen el grupo y cuáles son sus necesidades. Entonces podremos saber qué proveerles para su madurez y crecimiento espiritual. Lamentablemente, en muchas ocasiones las reuniones de grupos pequeños ponen más énfasis en cubrir un tema que en iniciar, desarrollar o fortalecer relaciones entre los miembros del grupo.
La literatura que vaya a usarse para el discipulado debe ayudar
a los miembros a crecer espiritualmente. Ese debe ser el enfoque. Estoy de acuerdo con Johan Lukasse (pág.159) cuando dice: “La necesidad más grande que tenemos hoy día es anunciar ’todo el consejo de Dios’ (Hechos 20:27), tal cual lo hizo Pablo en Éfeso, donde permaneció por dos años. Tan pronto como sea posible debemos familiarizar a los creyentes con toda la Biblia y con todos los diferentes puntos esenciales de la doctrina cristiana. Debemos ayudarlos a alimentarse a sí mismos con la Palabra y edificarlos para que sean cristianos equilibrados y estables”.
“Uno de los desafíos que encontramos en nuestros días es cómo aplicar los principios bíblicos a nuestro contexto sociocultural”, (Sánchez pág.57).
Algunas preguntas para hacerle a la literatura que vamos a escoger para llevar a cabo los estudios bíblicos son:
¿Ayuda a las personas a conocer a Dios más profundamente?
¿Madura el carácter, los valores y las relaciones con los demás?
¿Ayuda a los participantes a conocer sus dones espirituales y a utilizarlos en el servicio y vocación?
¿Desarrollan una visión cristiana global?
La idea de tomar a las personas desde donde se encuentran ayuda a llevarlas por el siguiente proceso:
Ver a Jesús como Salvador.
Proclamar a Jesús como Señor de sus vidas.
Aprender la importancia de ser siervos.
Ver el llamado de Dios al liderazgo.
Añadid a la fe, virtud, a la virtud, conocimiento, dominio
propio…
Un modelo de discipulado que se enseña en el Instituto para Sembradores de Iglesia (ISI) es el que presenta el apóstol Pedro en su segunda carta (1:5). Este sugiere una forma de crecimiento por niveles. “Esfuércense ahora por mejorar su vida así: a la fe, añádanle un carácter digno de admiración (virtud); al carácter digno de admiración, añádanle conocimiento. Al conocimiento, añádanle dominio propio; al dominio propio, añádanle constancia; a la constancia; añádanle servicio a Dios; al servicio a Dios, añádanle afecto a sus hermanos en Cristo; y a ese afecto, añádanle amor”.
Pedro sugiere un proceso que comienza con la fe en Jesús como Salvador y llega hasta que el discípulo alcanza la madurez cristiana compartiendo la naturaleza del amor con Dios.
El modelo de Bernabé y Saulo
“Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía.” Hechos 11:25
Es Bernabé el personaje bíblico que nos sirve de un excelente modelo de cómo se hace un buen discipulado. Algunos llaman a esta
forma el modelo del “Hermano Mayor”. Saulo era un recién convertido que tuvo una experiencia sobrenatural en donde Cristo se le revela. Recibe instrucciones del Señor y él las obedece sin saber bien lo que le estaba pasando en su vida. Pero Bernabé sí se percata de lo que está pasando en este nuevo creyente y ve su potencial, así que decide buscarlo para introducirlo más profundamente en la fe y en la comunidad cristiana de Antioquia y luego de Jerusalén.
Piense por un segundo qué hubiera pasado con Saulo si
Bernabé no lo hubiese guiado en esta etapa de su caminar con Jesús. Saulo hubiera podido decepcionarse debido al “frío” recibimiento de los cristianos. Los líderes de la iglesia también dudaban seriamente de la veracidad de su conversión. ¿Qué hubiera ocurrido si no si no contáramos con sus poderosas, alentadoras y reveladoras Epístolas?
Hermanos queridos, tomemos con responsabilidad la formación de los nuevos creyentes porque ellos serán quienes continuarán enseñando las verdades eternas del evangelio de Cristo en las siguientes generaciones. Una formación defectuosa producirá discípulos defectuosos.
Cuando estaba de misionero en Paraguay y no tenía ninguna forma de discipular adopté un sencillo modelo de discipulado de la Iglesia del Nazareno bajo las siglas de TOBIAS. Esto significa:
“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.”
Mateo 20:25-28
Conocí a Miguel Angel Cayo Fernández, natural de Bolivia y médico de profesión, en Jalapa, México. El testimonio de cómo decidió estudiar medicina me sacudió. A la edad de 19 años era un evangelista en la comunidad “Entre Ríos” en Tarija, Bolivia.
Un día estaba ministrando en la comunidad aborigen Whejuayek cuando tuvo que orar por dos personas que estaban enfermas en una misma casa. Una era adulto y la otra era un bebé. Oró por los dos, el anciano se sanó, pero el bebé seguía de mal en peor. Desesperadamente, Miguel buscaba qué podía hacer él para ayudar a estabilizar la salud del niño. Nadie en la casa tenía el conocimiento para intervenir con la criatura y tampoco había medicamentos. Lamentablemente, el bebé murió. El joven evangelista se conmovió por el hecho.
Miguel se preguntó a sí mismo y a Dios si él podría aprender
algo más para ayudar en circunstancias como ésta. “¡Quiero hacer algo para ayudar a los enfermos!”, le dijo a Dios. Dios lo envió a estudiar medicina y él le obedeció de inmediato.
Miguel ahora es un médico que trabaja con el Ministerio Lucas que tiene una visión integral de la evangelización a través del servicio médico a comunidades necesitadas.
Miremos algunos ejemplos bíblicos de personas que decidieron
servir a otros:
Dorcas. Hechos 8:36 nos habla de una mujer de nombre Dorcas: “Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacia.” Hechos 8.16. Para esta hermana era una prioridad lo que hoy llamamos el trabajo social.
Febe. Otra hermana que la Biblia menciona y que se destaca en el servicio es Febe. “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo”, dice Pablo en Romanos 16:1,2.
Grupos de Servicio Comunitario
Los grupos pequeños dedicados al servicio pueden ser como los grupos orientados a las tareas. Ellos deciden a quién y en dónde llevar a cabo su labor a favor del prójimo. Muchos identifican necesidades en la comunidad o en familias o personas específicas para atenderlas como colectivo. Estos grupos entienden y practican lo que Santiago menciona sobre el servicio en el capítulo 2:14-19 de su carta: “Hermanos míos, ¿de qué puede servir que alguien diga que tiene fe si no hace el bien? ¿Lo podrá salvar esa clase de fe? Supongamos que un
hermano o hermana tiene necesidad de vestido o comida. Llega uno de ustedes y le dice: ‘¡Qué Dios lo bendiga, abríguese y aliméntese!’ Sin embargo, si no le da lo que realmente necesita en ese momento, ¿de qué sirve? De la misma manera, si la fe no está acompañada de hechos, así sola está muerta. Pero alguien puede decir: ‘Unos tienen fe, otros hacen buenas obras’. Mi respuesta es que tú no puedes demostrarme que tienes fe si no haces nada. En cambio yo te demuestro mi fe con las buenas obras que hago.”
El pueblo de Dios siempre se ha caracterizado por su demostración de amor supliendo las necesidades de sus semejantes. Los primeros cristianos recibieron órdenes de contribuir para suplir las necesidades de los santos. “Cuiden a los necesitados que hay en el pueblo de Dios. Busquen y reciban en su casa a los que necesitan ayuda” (Romanos 12:13). La iglesia tomó tan en serio esto que Lucas en Hechos 4:34 dice que “En el grupo no había ningún necesitado…”.
Una función de los pequeños grupos en la iglesia es proveer una manera para que los creyentes puedan expresar su amor colaborando para suplir las necesidades del prójimo. Los integrantes
de estos grupos se verán a sí mismo como los instrumentos de Dios para ayudar a las personas en necesidad.
Deena Davis en “101 Ideas para Trabajar con Grupos Pequeños” (pág. 116) nos dice: “El enfoque de la reunión del grupo es ayudarse mutuamente a encontrar modos de servir al prójimo. Algunas de las preguntas que los integrantes del grupo se hacen:
¿Qué actividad o actitud Dios quiere que haga o tenga esta semana?
¿A quién (o quiénes) debiera estar sirviendo? ¿Cómo debo servir?.
La idea es que luego de reflexionar y orar, salir a realizar durante esa semana el trabajo que Dios ha puesto en sus corazones. Ejemplos: Un ama de casa decide ministrar a los niños de su comunidad, un profesional decide visitar un hogar para juveniles con problemas judiciales y les lleva literatura cristiana, un matrimonio decide llevarle comida a una vecina que está atravesando problemas económicos.
La siguiente lista nos sugiere otras maneras como los grupos pequeños pueden ministrar a otros:
Proveer víveres para una madre soltera.
Comprar un pasaje por tierra, mar o aire para que un discapacitado visite sus padres o reciba algún tratamiento médico.
Dedicar tiempo un día sábado o feriado para limpiar el patio u otros trabajos de mantenimiento en la casa de una viuda necesitada.
Brindarle la compañía a alguien que ha perdido un ser querido.
Enumeramos a continuación muchas formas simples que expresan el amor de Dios hacia alguien:
Enviando tarjetas
Proveyendo transporte
Cuidando algún niño
Preparando comida
Brindando ayuda económica
Dando abrazos
Regalando algo
Realizando un trabajo voluntario
Haciendo trabajos de mantenimiento
Tendiendo una mano
Siendo hospitalario
Visitando enfermos
Cuidando a un enfermo
Dando clases de idiomas, instrumento
Enseñando alguna destreza
Visitando un hogar
Discipulando
Limpiando
Leyéndole a alguien
El grupo en reunión pueden discutir esta lista y distribuirse las tareas. La siguiente semana pueden dar un reporte de cómo les fue en el servicio.
En una conferencia en Puerto Rico escuché a Daniel Sánchez citar a un misionero que decía: “No es llevar a Dios a las comunidades, sino es Dios quien lleva a sus siervos a las
comunidades para que vean lo que Él está haciendo en ellas. Dios está ahí hace tiempo trabajando”.
Existen algunas palabras en el idioma original en el que se escribió la Biblia que nos ayudan a entender de una manera más amplia el concepto de servicio en la vida del seguidor de Jesús. La primera de ellas es “doulos” que significa siervo o esclavo. Las personas “doulos” no eran dueños de sus propias vidas sino que eran esclavos de por vida. Es la palabra que usa Pablo en Romanos 1:1: “Pablo, siervo de Jesucristo,... y en Filipenses 1:1: “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo…” En aquel entonces se esperaba que las personas “doulos” cumplieran su servicio con la mayor humildad y sin pretensiones de ninguna clase.
La segunda palabra es “huperetes”. Se relaciona con los
remeros que trabajaban en los navíos de los romanos. El ritmo de un tambor les indicaba la velocidad con que tenían que hacer mover los remos. Esta actividad se llevaba a cabo en completa sumisión a la autoridad. La persona “huperetes” no podía rebelarse. La tercera palabra es “diakovos” que se refiere a los esclavos que trabajaban en
las cocinas de sus amos. De ahí el término “diakono”. El “diakono” es un hombre con actitud servicial. En Hechos 6 la Biblia menciona la talla espiritual de los primeros diáconos de la iglesia primera.
La cuarta palabra que aparece en el Nuevo Testamento para referirse al servicio es “Leitourgeo”. Esta se relaciona con la palabra “yeitovpyos” que se refería a quienes servían en el trabajo público. Es la palabra que en Hechos 13:2 se menciona para el ministerio público de los profetas y maestros. Para los judíos este concepto estaba relacionado con el servicio sacerdotal en el templo. Denota la idea de la persona que se dedica al ministerio.
Como podemos ver en cada una de estas cuatro palabras, no hay rangos ni categorías de personas de ninguna élite espiritual o algo por el estilo dentro de la iglesia del Señor. Sólo existe la categoría de “siervo”. El reconocimiento personal no es el fin de la actividad del servicio. Jesús va más allá al explicar el sentido de sometimiento y compromiso de los siervos en Lucas 17:9: “A los siervos no hay que agradecerles por cumplir con lo que su patrón les ha mandado hacer. Ustedes son como esos siervos. Cuando ustedes hagan todo lo que se les ha ordenado, deben decir: No somos más
que siervos inútiles, sólo hemos cumplido con nuestro trabajo”. El siervo busca siempre la gloria de Dios aún sirviendo al prójimo.
Los grupos pequeños orientados al servicio pronto van a descubrir el poderoso testimonio que se da cuando se ayuda al prójimo en necesidad. Especialmente en las sociedades más avanzadas las personas esperan y exigen más de las iglesias cristianas en su aportación a los problemas sociales comunes. En cierto modo, las iglesias deben ganarse el derecho de que se escuche su mensaje. Esto se logra con la participación social de los miembros de las iglesias.
En cierta ocasión escuché la historia de la visita de un prominente líder religioso a uno de los leprocomios en la India. Mientras caminaba por el lugar, el religioso comenzó a ver la tragedia de los que padecían lepra, una rara enfermedad bacteriana crónica que ataca la piel, los nervios de las manos y los pies y las membranas de la nariz. En uno de los cuartos observó a una monja que estaba curando con sus manos a uno de los leprosos. El religioso hizo una mueca de desagrado y dijo: “Yo no haría ese trabajo ni por un millón de dólares”. La hermanita lo escuchó, y volvió su cabeza hacia el
religioso, y con un rostro que no mostraba enfado le contesto: “Yo tampoco lo haría por un millón de dólares. Lo hago porque Dios lavó y limpió mis pecados y derramó Su amor sobre mí. Ahora puedo tener piedad por prójimo”.