GRUPOS PEQUENOS SALUDABLES CAPITULO 2

RAZONES HISTORICAS Y PRACTICAS PARA EL USO DE LOS GRUPOS PEQUENOS
Ya hemos visto la base bíblica y teológica del uso de los grupos pequeños, pero las preguntas por contestar ahora son: ¿Qué papel han jugado los grupos pequeños en la historia de la iglesia?
¿Ayudará este método al trabajo de la iglesia hoy día? Comencemos
con el aspecto histórico.

LOS GRUPOS PEQUEÑOS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

Desde que los primeros cristianos “compartían sus bienes y solían pasar mucho tiempo en el área del templo y comían juntos el pan en las casas con sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo” (Hechos
2:46-47) hasta los días presentes, la Iglesia ha visto algunos cambios en su forma de hacer el ministerio y cumplir la misión. Fíjese bien que en los tiempos bíblicos la reunión de los cristianos ocurría “en el templo y por las casas”. Aunque ha habido cambios en los últimos años, todavía hoy día las reuniones de muchos cristianos ocurren en el templo solamente. Aún falta bastante camino por recorrer en algunos escenarios evangélicos.
Es un hecho en la historia de la iglesia el uso común de los grupos pequeños como una forma de reunión y ministración de la iglesia primitiva. En su libro “Discipulado, Compromiso y Misión” (Pág. 92), René Padilla señala: “No debemos olvidar que ya en el primer siglo los grupos pequeños jugaron un papel sumamente importante en la vida de la iglesia. En efecto, el Nuevo Testamento pone en evidencia que en la era apostólica la célula (grupo pequeño) de creyentes que se reunían en el
hogar de algunos de ellos era la estructura básica. La iglesia casera no era la excepción sino la regla. Recién en el siglo III se inició la costumbre de construir edificios especiales para reuniones cristianas, con lo cual se dio un paso definitivo en el camino de la institucionalización (de la iglesia)”.
Estas reuniones en las casas estaban fuertemente vinculadas al concepto familia. La familia se veía como centro de organización social, era el espacio desde donde la iglesia crecía y se expandía. Pero luego, el énfasis de sus reuniones se trasladó únicamente al templo al punto que se llegó a prohibir no sólo las reuniones en las casas sino también la lectura de la Palabra de Dios en los hogares. Esto, naturalmente, casi anulaba la casa como punto de fortalecimiento espiritual para los creyentes. Es probablemente ese abandono de la casa como lugar de reunión con propósitos espirituales lo que ha contribuido a que muchas familias y comunidades estén desintegrándose. El lugar de mayor necesidad y crisis es el hogar. Es allí donde están presentes las crisis más comunes del hombre de nuestro tiempo: Violencia conyugal, maltrato a menores, divorcios, alcoholismo, abusos, etc.
Fernando Mora, en “Manual para Iglesias que Crecen” (p.38),
hablando sobre la historia de los grupos pequeños, nos dice: “Después del siglo I el crecimiento explosivo del cristianismo comenzó a declinar. Las iglesias caseras perdieron vigor. A fines del siglo II el movimiento prácticamente había desaparecido. Las excavaciones muestran cómo las iglesias caseras, al crecer, requerían una modificación de las casas, para dar paso a salones más grandes y construir fuentes para el bautismo.
En lugar de multiplicar el número de iglesias caseras, estas dieron
paso a templos cristianos y con ellos el énfasis se trasladó a lo ritual y ceremonial. La enseñanza y la práctica bíblica en los hogares perdieron vigor. Comenzó a surgir una casta sacerdotal, y el principio bíblico del sacerdocio de todos los creyentes se perdió rápidamente”.
Esto podría explicar el porqué algunos llegaron al extremo de mirar de forma negativa las reuniones de grupos pequeños y las reuniones en las casas. Lamentablemente todavía existe algo de eso en el día de hoy. Es
interesante mirar la forma más común que tienen las iglesias cristianas en China, Cuba, Corea, El Salvador y muchas ciudades de Centro y Sur América, así como otros países donde los hermanos se reúnen en grupos pequeños para ser edificados en la Palabra de Dios.

“Las piedras hablan”

La estrategia de reunirse en pequeños grupos para estudiar la Biblia no siempre ha sido idea de los líderes de la iglesia. Hace un tiempo escuché a un Obispo decir que el mejor misiólogo en cierto país de Latinoamérica no era ni pastor ni líder cristiano, sino un prominente político de ese país. Esta figura de Gobierno estaba dialogando con los pastores sobre las maneras de reunirse de las iglesias en dicho país. Funcionarios de ese Gobierno estaban inquietos porque no les agradaban las reuniones multitudinarias. Los pastores explicaron que en ese momento más y más personas estaban acudiendo a las iglesias, de modo que era imposible evitar el gran conglomerado de personas en los lugares de adoración. Fue ahí que este líder de Gobierno le preguntó: “¿Y por qué no se reúnen en las casas y ahí, entre dos o tres, comparten, leen la Biblia y adoran a Dios sin llamar mucho la atención?”. Acto seguido, los líderes cristianos adoptaron esa recomendación y a partir de ahí las reuniones caseras se hicieron tan populares en ese país que han provisto a las iglesias nacionales de un crecimiento explosivo nunca antes visto. Vendrá el día no muy lejano en que en este país habrá un nacimiento repentino de la mayor cantidad de iglesias que se haya registrado en país alguno de Las Américas. Los grupos pequeños son el instrumento que Dios utilizará como fundamento para esta explosión de iglesias.

Nueve ejemplos del uso de los grupos a través de la historia.

En el libro “Células en Casa para la Iglesia en Misión”, el autor Jean- Pierre Besse menciona al menos 9 ejemplos del uso de los grupos pequeños en el desarrollo de la iglesia a través de la historia:
 Los monjes irlandeses evangelizaron en grupos pequeños la
Europa Central al inicio de la Edad Media.
 Las fraternidades de movimientos evangélicos, en los siglos XII y XIII, como los Pobres Lyon de Pedro Valdo, los acompañantes de Francisco de Asís, más tarde los husitas y muchos otros.
 Las reuniones en casa de los Hugonotes franceses después de la
Reforma.
 Los grupos de los Hermanos Moravos que fueron la base espiritual de los grandes movimientos misioneros modernos.
 Las clases del despertar metodista de Wesley en la Inglaterra
del S. XVIII.
 Los encuentros para entrevistas fraternales del pietismo alemán en la misma época.
 Los conventículos del avivamiento del S. XIX en Suiza y
Francia.
 Los famosos encuentros en casas de las iglesias del silencio en la ex URSS y en la China.
 La estructura celular de las inmensas iglesias de Corea, de
Tailandia, de Costa de Marfil o de Estados Unidos, Argentina, Cuba, Colombia, El Salvador, etc.
En fin, las reuniones en grupos pequeños están en el código genético de la iglesia, por lo tanto, nunca se extinguirán.
Daniel Sánchez (Pág. 21) dice: “Aunque no tenían los medios tecnológicos que tenemos hoy (radio, TV, imprenta, Internet), (los creyentes) utilizaron todos los medios a su disposición para evangelizar. Cuando algunas puertas se cerraron, (los cristianos) buscaron otras para continuar su tarea de cumplir la Gran Comisión. Es importante notar que ellos no se limitaron a utilizar un método. Conscientes de la gran diversidad de culturas, religiones, y niveles socioeconómicos, los primeros cristianos no limitaron la presentación del mensaje a una sola forma”.

RAZONES PRÁCTICAS PARA USAR LOS GRUPOS PEQUEÑOS

Durante el Tercer Congreso de Evangelización Mundial Lausana celebrado en Ciudad del Cabo en el 2010 me vi en la necesidad de sentarme un rato después de haberme reunido toda la mañana con varios líderes de diferentes naciones. Me ubiqué en la única silla vacía que encontré en el Centro de Convenciones de esa ciudad para tratar de almorzar algo. Para mi desgracia, había llegado tarde a la repartición de la comida. “Creo que este fue el último almuerzo”, me dijo el caballero que estaba sentado a mi lado en la misma mesa. “Bueno, voy a remediar con un café, ¿le traigo uno?” le pregunté al hermano, de cabello y barba blanca. “Sí, gracias” me contestó.” Acto seguido, fui y conseguí los dos apetecidos cafés de Suráfrica. Cuando regresé y comenzamos a endulzar el café, me percaté -porque leí el nombre en su gafete- que quien estaba sentado a mi lado era nada menos que el teólogo René Padilla. “A este café le voy a sacar mucho provecho”, le dije de inmediato al Presidente Emérito de la
Fundación Kairós. Esta Fundación anima a cristianos a responder a las necesidades materiales, sociales y espirituales de comunidades pobres. Padilla se especializa en escritos sobre los diferentes aspectos de la misión integral.
Comencé a hablar con él sobre el crecimiento del evangelio en América Latina y las necesidades más urgentes de la iglesia; rápidamente coincidimos en que una necesidad imperante es la formación de discípulos y que una manera eficaz para hacerlo es a través de los grupos. “Algunas iglesias parecen ’fábricas de conversos’ en vez de lugares para formar gente. Se necesitan los grupos pequeños que formen discípulos en todas las esferas de la sociedad. Que los profesionales cristianos vean sus profesiones como campo misionero”, enfatizó Padilla. Cuando hablamos de lo teórico y lo práctico, me dijo: “Necesitamos una teología para la vida, no para las bibliotecas”. Acerca del discipulado, coincidimos en que las iglesias evangélicas en América Latina deben ser fortalecidas en cuanto al discipulado que están recibiendo y ofreciendo a los nuevos
creyentes. El encuentro se extendió por media hora y acordamos reunirnos en otro almuerzo para proseguir la conversación.
Dos noches después, René Padilla fue objeto de un homenaje en
Lausana por su aportación a la discusión teológica en Latinoamérica. Fue emocionante escucharlo decir desde la plataforma, ante más de
4,000 personas procedentes de todas partes del mundo, que a este mundo le urge un discipulado vibrante, capaz de formar de la mejor manera los mejores discípulos del Señor. Fue ovacionado con un aplauso multiétnico.

HORA DE MOVILIZAR LA MAYOR RESERVA DE EJÉRCITO ALGUNO

Necesitamos movilizar la mayor reserva de ejército alguno en la historia. ¿Quién o quiénes son estos soldados? Las iglesias tienen en sus bancas o sillas un ejército más que entrenado, con fuertes dosis de motivación cada semana y comisionado, pero que nunca sale al campo de acción. Casi todos los domingos se les repite lo que deben hacer y se les recuerda la misión de la iglesia. Asisten a congresos, cultos misioneros, retiros y eventos de capacitación y motivación, pero es muy poca la movilización.
Muchas de las personas en las iglesias sólo piensan en sus necesidades y viven encerrados en su mundo. Asisten a los templos para ver qué pueden hacer por ellos y qué beneficio pueden obtener para cambiar o mejorar sus situaciones de vida. ¡Algo anda mal! Este es un tiempo para la movilización de los creyentes hacia la evangelización y el discipulado para finalizar la tarea suprema que les ha sido dada a los creyentes en Cristo Jesús. La mies sigue siendo mucha y los obreros siguen siendo pocos. ¿Cómo podríamos involucrar a más creyentes en este trabajo con los de afuera?

ENTRENAMIENTO BÁSICO Y MOVILIZACIÓN RÁPIDA

Siempre recuerdo una enseñanza que aprendí luego de una predicación en una de las iglesias que pastoreé. El culto estaba dedicado a las misiones y yo estaba predicando de Mateo 28:19 y de la responsabilidad de todos en la Gran Comisión. A mitad del
sermón, mientras me esforzaba para que las personas entendieran su tarea misional, tuve la extraña sensación de que estaba perdiendo mi tiempo. Sentí que la urgencia que yo sentía y que deseaba compartir en la predicación no estaba siendo entendida. Peor aún, en ese momento pensé y sentí en mi corazón que la audiencia dominical de la iglesia no haría nada en cumplir la Gran Comisión. Me sentía decepcionado.
Al bajar del altar para saludar y despedirme de los hermanos, una anciana muy querida se acercó y me dijo: “Pastor, yo quisiera decirle algo, pero por favor no piense mal de mí. Es que yo tengo muchos años de convertida al Señor y he querido compartir el evangelio con un vecino desde hace mucho tiempo, pero…” Hubo un silencio. Acto seguido, la anciana expresó: “No sé cómo hacerlo”. La hermana Dominga volvió a decirme: “Pastor me siento mal porque llevo muchos años en la iglesia y aún no sé cómo hablarle a mi vecino del Señor”.
Ella, sin saberlo, estaba siendo usada por Dios para decirme un par de cosas: Primero que yo estaba equivocado. Sí, los hermanos deseaban cumplir la Gran Comisión tanto como yo. Segundo, descubrí que el problema era que yo no los estaba entrenando para que aprendieran cómo hacerlo. ¿Sabe qué otra cosa comprendí?: que la mayoría de las iglesias los pastores estamos motivando a las personas diciéndoles que evangelicen y cumplan la Gran Comisión, pero no estamos enseñando maneras prácticas para hacerlo y mucho menos equipándolos con las herramientas adecuadas.
Algunas veces partimos de la premisa equivocada de dar por sentado que todas las personas son como algunos de nosotros que tienen la capacidad natural de evangelizar. No todos tienen el don de evangelizar a grupos grandes y a multitudes, como tampoco las personas tienen desarrollada la habilidad de ministrar a otros de formas sencillas. A partir de ese momento cambié mi propia estrategia para cumplir el Gran Mandato por una estrategia de
entrenamiento intencional para que los cristianos aprendan cómo cumplir la Tarea encomendada por Dios.

LOS GRUPOS PEQUEÑOS SON UN FACTOR PARA EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA

A pesar de los grandes adelantos en la tecnología y el
entretenimiento, las personas se siguen sintiendo solas. Proliferan los cines y sigue el avance arrollador de los grandes centros comerciales por dondequiera, pero muchas personas se siguen sintiendo aisladas.
¿Cómo podemos capitalizar el hecho de que las personas se necesitan
unas a otras? Las ciudades se vuelven cada vez más pobladas y cosmopolitas y la gente se siente deprimida.
Nuestras ciudades han sufrido el impacto de cambios
migratorios y sociológicos que no podemos ignorar. ¿Cómo podemos evangelizar y discipular a millones personas en la diáspora? Expertos en iglecrecimiento señalan que el método de los grupos pequeños es un importante factor para el crecimiento, cualquiera que sea la asistencia de la iglesia. Además, este sistema ayuda a las congregaciones a cumplir la Gran Comisión añadiendo aquellos que serán salvos. También a través de los grupos pequeños se puede llevar a cabo el cuidado pastoral y la retención de los nuevos creyentes.
Charles Schwartz, en “Crecimiento Natural de Iglesia”, afirma que una fuerte característica presente en las iglesias que están creciendo alrededor del mundo es el uso de ministerios de grupos pequeños. Lo interesante de las conclusiones de este estudio es que los grupos pequeños funcionan con éxito aún en los distintos contextos políticos, geográficos, sociales y culturales en el que las iglesias están establecidas.

Cinco razones para utilizar los grupos pequeños en la iglesia.

Linda Hardin (D. Min.) menciona cinco razones para utilizar los grupos pequeños en las iglesias:
1. Proveen otra puerta de entrada. En el pasado, la Escuela
Dominical, el servicio de adoración, las cruzadas evangelísticas y los eventos especiales eran casi las únicas puertas de entrada para la iglesia, pero ahora se incluye los grupos pequeños. Por una variedad de razones, algunas personas son intimidadas por las multitudes en las iglesias y se sienten más cómodas participando en un grupo pequeño antes de dar el paso de congregarse en el templo con el grupo mayor de creyentes.
2. Son una herramienta efectiva para la evangelización. Los
grupos pequeños ofrecen un espacio para discutir asuntos cotidianos y recibir apoyo. Proveen el escenario para que se hagan preguntas más fácilmente y ayudan a los no creyentes y nuevos creyentes a aprender más sobre el estilo de vida cristiana. Entre un 75 y un 90 por ciento de las personas llegan a las iglesias a través de la invitación de un conocido.
3. Son una efectiva manera de cuidar a las personas. Cualquiera
que sea el tamaño de su iglesia, es imposible para el pastor proveer todo el cuidado de las necesidades de las personas. En el grupo pequeño las personas nuevas pueden hablar con otros, especialmente si no conocen de cerca al pastor. Iglesias de más de 200 personas son difíciles de pastorear por un solo ministro. El pastor puede predicarle a miles de personas, pero sólo puede pastorear un grupo mucho más reducido. ¿Cuánto es el límite de cuidado razonable para un pastor? Siempre me he hecho esa pregunta y creo que la respuesta depende de varios factores. Algunos sugieren la proporción de 1:10
4. Ayudan a acelerar el crecimiento espiritual de las personas. Las
personas en grupos entre 3 y 15 individuos usualmente están más propensas a compartir sus necesidades e intereses y abiertas a aprender enseñanzas espirituales.
5. Descentralizan el trabajo más allá del pastor. Efesios 4:12 habla que “Dios dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo”. Como cristianos, somos santos, nos guste o no el término. La iglesia primitiva demostró cómo empoderar a los líderes laicos para hacer el trabajo de la Iglesia. Las personas esperan que el pastor lo haga todo, más sin embargo, cuando los laicos toman ese papel el impacto de la iglesia es mucho mayor.
En su libro “Desarrolle la Gente a través de los Grupos Celulares”, David Stark y Betty Veldman Wieland dan 6 motivaciones por las que las personas quieren pertenecer a un grupo pequeño (pág. 34-35).
1. Relaciones. Las personas buscan amistades, conocer gente nueva, pertenecer a grupos.
2. Necesidades. Las personas van a acudir a un grupo que toque un área que suple una necesidad. Por ejemplo, si el tema a considerarse tiene que ver con “Cómo criar hijos adolescentes”, parejas que tienen problemas con sus hijos van a querer asistir al grupo.
3. Afinidad. Las personas también están abiertas a participar en
pequeños grupos cuando tienen una fuerte afinidad con otros miembros del grupo. Muchos grupos en ciertas etapas de la vida encuentran mucha afinidad como: Padres de preescolares, parejas que cuidan de sus padres, clubes, etc.
4. Intereses. Las personas tienen sus pasiones hacia algunos asuntos como el ambiente, la pobreza, la salud, etc. Hacerles ver cómo Dios también se interesa en esos asuntos hará que quieran conocer al Dios que también se interesa en lo que a ellos les interesa.
5. Hambre Espiritual. Algunas veces las personas están en un punto en sus vidas que ya no pueden ignorar que Dios golpea a
la puerta de su corazón. Ellos saben que algo les falta en sus vidas y están listos a conocerlo.
6. Tareas orientadas al servicio. Hay muchas personas,
especialmente hombres, que están esperando ser llamados para trabajar. En un taller de entrenamiento se le preguntó a un hombre: ¿Por qué tipo de pequeño grupo usted haría cambios en su agenda a fin de poder asistir al mismo? Él supo exactamente qué quería responder. Le encantaba trabajar con sus manos y ayudar a otros. Unió las dos cosas y comenzó un pequeño grupo que llamó: “Los constructores de Roberto”. Invitó a otros hombres para que se le unieran a la iniciativa y comenzaron a trabajar en las casas de ancianas y madres solteras de la comunidad.

LOS GRUPOS PEQUEÑOS SALUDABLES, ANTÍDOTOS PARA LOS

“PEQUEÑOS CLANES”

Si no somos capaces de canalizar o dirigir a las personas para que desarrollen relaciones saludables entre sí, ellas se encaminan de forma natural a agruparse de acuerdo a los gustos, preferencias o cosas en común.
Muchas de estas formaciones no ocurren de manera saludable y provocan daños en las personas y en los grupos o núcleos. En algunas ocasiones, por la falta de una intencionalidad clara, dichas relaciones resultan insanas.
Los grupos pequeños saludables ayudan a evitar que se creen “pequeños clanes” propicios para que se den relaciones disfuncionales, de co-dependencia o de manipulación. En los 20 años de experiencia pastoral he podido ver algunos casos de co- dependencia dentro de las iglesias y es censurable la manipulación y el control que algunas personas ejercen, aún presentándose bajo el manto de una supuesta espiritualidad.

LA IGLESIA ORGANIZA LO QUE HACE

John Wagenveld en “Sembremos Iglesias Saludables” cita a Craig Van Gelder en su libro “Esencia de la Iglesia” donde menciona tres puntos importantes acerca de la iglesia y su misión. Estos son: “la iglesia Es, la iglesia Hace lo que Es y la iglesia Organiza lo que Hace”. Miremos los 3 puntos y preste especial atención a la última parte: La Iglesia organiza lo que hace.
La Iglesia Es. Esto se relaciona con la esencia y naturaleza que
le ha sido dada por Dios. La iglesia anuncia el reino de Dios en
Cristo, encarna el evangelio y participa de la misión.
La Iglesia Hace lo que Es. Es la integración del “ser” con el “hacer”. La iglesia va a hacer según lo que es. La iglesia es el pueblo de Dios en misión.
La Iglesia Organiza lo que Hace. Esto tiene que ver con la estructura y organización. La iglesia organiza y estructura aquellas funciones de acuerdo a su contexto y a su estrategia de trabajo. La iglesia le da forma a las funciones para poder realizar la tarea que le ha sido encomendada. Dirigida por el Espíritu Santo, la iglesia planifica, implementa, evalúa y hace cambios para seguir con la misión que tiene. El principio clave aquí es que si la iglesia entiende su naturaleza y propósito, estructurará su organización alrededor de la misión. Los grupos pequeños son una forma de organización de la iglesia que le permite cumplir sus funciones como iglesia de Dios.

Un proceso divino-humano

“La instrumentalidad humana, por la voluntad de Dios, desempeña un papel importante en la expansión del evangelio y el crecimiento de la iglesia. La forma en que los instrumentos humanos desempeñan su tarea, en muchos casos, contribuyen al crecimiento de la iglesia o a los factores que lo obstruyen”. (Sánchez pág. 94).
Ampliando su concepto sobre el crecimiento de la iglesia,
Sánchez dice que “la iglesia neotestamentaria experimentó un
crecimiento mutidimensional. Este autor, en “Iglesia, Crecimiento y Cultura” (pág. 93) menciona cuatro formas de crecimiento de la iglesia primitiva. Ésta creció:
Numéricamente. El número de creyentes aumentaba cada día. (Hechos 2:47)
Espiritualmente. El discipulado se iba profundizando a medida que pasaba el tiempo. (Hechos 2:42; 16:5)
Conceptualmente. La madurez espiritual ayudó a la iglesia a tener un concepto más claro de su misión. (Hechos 15)
Encarnacionalmente. La iglesia se identificó con las necesidades de las personas a su alrededor e hizo su parte para suplir esas necesidades. (Hechos 4:32)
Sánchez (pág. 93) dice: “Debido a este crecimiento multidimensional podemos definir el crecimiento de la iglesia como el proceso divino-humano de añadir a la iglesia los que han sido salvados por Jesucristo, equipándoles para el discipulado responsable…”.
René Padilla nos dice que “el actual auge de los grupos apunta
al redescubrimiento de un continente mucho más adecuado para la intención de Dios para su iglesia”. Para este autor, quien es ecuatoriano de nacimiento y reside desde hace muchos años en Argentina, las estructuras son necesarias en las iglesias. “Lo importante es recordar que éstas se hicieron para la iglesia y no la iglesia para las estructuras. Consecuentemente, las que sólo sirven para preservar programas que han perdido su valor, deben ser reemplazadas por otras que sean tierra fértil en la cual la semilla del evangelio germine y dé fruto”.
Es mi deseo que en los siguientes capítulos usted pueda identificar nuevas ideas y destrezas que enriquecerán su forma de hacer el ministerio a través de su congregación. A continuación incluyo algunos datos de cómo el método de grupos pequeños ha
trascendido más allá de la iglesia para bendecir también otras áreas del quehacer humano.

OTROS DATOS HISTÓRICOS DE LOS GRUPOS PEQUEÑOS

Considero importante que hagamos un recorrido rápido sobre el desarrollo de los grupos pequeños desde la perspectiva secular, de modo que conozcamos que este método no es exclusivo de la iglesia sino que también ha sido de mucha utilidad para otras disciplinas. La historia de los grupos es tan antigua como la historia misma de las personas. No hay una historia secular escrita que indique cuándo o dónde los primeros grupos fueron formados. Pero en la actualidad el concepto ‘grupos pequeños’ ha sido bien desarrollado en varias disciplinas del saber más allá del ambiente religioso. De hecho, se le considera un movimiento dinámico que incluye grandes contribuciones a las disciplinas de la psicología y sociología.
Los grupos pequeños son más comunes en nuestra vida diaria de lo que nos imaginamos. Empezando por el grupo familiar al que pertenecemos y luego a los grupos en el trabajo, comunidad, educacionales o de recreación, todos ellos nos permiten interactuar e interrelacionarnos con otras personas pertenecientes a dichos entornos. Los grupos son un importante componente del diario vivir. Tienen el poder para influenciar favorable o desfavorablemente en nuestras vidas.
Samuel Gladding, en su libro “Group Work”, señala:

“Al principio los grupos eran mayormente de tamaños grandes y se formaban principalmente para difundir alguna información. El propósito de las reuniones era dar instrucciones de cómo se debían hacer las cosas o corregir ciertas conductas. Luego se enfocó el uso hacia lo educacional. Por ejemplo, los inmigrantes, los pobres y los enfermos mentales eran de los primeros grupos que se reunían antes del 1900. También los empleados de las empresas y los pacientes de algunos hospitales se reunían para discutir problemas con agencias sociales o compartir entre ellos experiencias. Los trabajadores sociales y los médicos empezaron a usar la estructura grupal como modelo para sus pacientes.

Se sabe, por ejemplo, de este tipo de esfuerzo documentado en Inglaterra a mediados del siglo XIX. Un movimiento llamado Terapia Moral que reunía a

pacientes en un escenario rural y prescribía para ellos “aire fresco, bellas artes, y cuidado humano” (Gladding 1998). Esto mostró cómo los grupos terapéuticos podían ser estructurados y ajustados para atender necesidades comunes o individuales. Este modelo fue emulado en los Estados Unidos tomando lugar en hospitales mentales. Jane Addams, de Hull House en Chicago, se concentró en los pobres y los inmigrantes en el trabajo que hoy se considera el comienzo del trabajo social grupal (Pottick 1998). Sus esfuerzos iban dirigidos a enseñar higiene, nutrición, a leer, desarrollar artesanías y actividades de clubes. El enfoque de Hull House era llevar a los participantes a un sentido de auto determinación y auto respeto.

En el 1905, Joseph Hersey Prats comenzó un grupo de sicoterapia para

pacientes de tuberculosis en el Massachussets General Hospital en Boston. También fue uno de los primeros que escribió sobre lo que pasaba en estos escenarios grupales. Para este mismo tiempo, se comenzaron los esfuerzos para establecer grupos en las escuelas públicas. Jesse B. Davis, principal de Grand Rapids High School en Michigan, dirigió una de estas primeras clases bajo el nombre de Orientación Moral y Ocupacional. Este esfuerzo se propagó por otras escuelas en Michigan. Más adelante, Frank Parson, el padre de la consejería moderna, comenzó a ver en grupos pequeños a las personas indecisas en su elección ocupacional.

Años después, los civiles y soldados que participaron en la Primera Guerra Mundial fueron instruidos en grupos. Varios exámenes de inteligencia como el “Army Alpha and Beta” fueron impartidos en grupos y también fueron atendidos los problemas de fatiga en combate con este método.

Fue quizá la fundación de los grupos de auto ayuda Alcohólicos Anónimos lo que en la década de los 3 dio mayor exposición a los grupos en los Estados Unidos. A partir de la década de los 40 comienza el período moderno del trabajo en grupos.

Dos asuntos toman lugar en este tiempo:

Las pruebas o exámenes teóricos escritos.

El establecimiento de las organizaciones de grupos.

Kurt Lewin es generalmente reconocido como el más influyente promotor de las dinámicas de grupos durante esta era. Aquí surgió el movimiento del “Training Group” o Grupos T. Lewin descubrió, a través de sus investigaciones,

que las discusiones en grupos eran superiores a la instrucción individual en cuanto a cambiar las ideas y las conductas de las personas. Él fue el primero que aplicó el concepto de retroalimentación o “feedback” en el trabajo de grupo. Durante estos años se fundó la Sociedad Americana de Grupos Psicoterapéuticos y Psicodramas (ASGPP por sus siglas en inglés) y la Asociación Americana de Psicoterapia Grupal (AGPA por sus siglas en inglés). En los siguientes años se refinó la práctica del método de grupos y se comenzó a utilizar en consejería familiar. El primer texto sobre trabajo en grupos fue publicado en 1958 bajo el título: “Consejería y Aprendizaje a través de la discusión en Grupos Pequeños”, por Helen I. Driver. Para esa fecha los japoneses implantaron un nuevo tipo de grupos llamados Grupos de Calidad Total. Este tipo de grupos estaban enfocados en solucionar problemas relacionados a la satisfacción de los consumidores y la calidad de ciertos negocios.

Los grupos de trabajo, especialmente los grupos de consejería y psicoterapia, se hicieron cada vez más populares en los años 60. A tal punto que el periódico “New York Time” designó al año 1968 como el “Año de los grupos”. Muchas formas de trabajos grupales fueron iniciadas o refinadas durante este tiempo, incluyendo los grupos de encuentro y grupos de crecimiento.

Con la popularidad de este método también vino el abuso. Muchos actuaron

de manera intencionada; en otros casos se trató de charlatanes que establecieron grupos sin ideas claras, lo que afectó el desarrollo de los grupos. Para finales de los

60 este método estuvo bajo ataque por la mala promoción que le dieron algunas personas quienes hasta establecieron ciertos tipos de cultos.

Comoquiera, el método de grupos marcó importante progreso. Por ejemplo, Carl Roger, probablemente el más influyente teórico de esa década, aplicó su enfoque centrado en la persona a los grupos y enfocó en las dinámicas inter e intrapersonal”.

Este texto nos da una idea de la evolución del uso de los grupos en distintos ámbitos.