GRUPOS PEQUENOS SALUDABLES
Introducción:
¿Por qué otro libro sobre grupos pequeños? Primeramente al escribir este libro estoy pensando en una gran cantidad de pastores e iglesias que aún no han descubierto las ventajas que ofrecen los grupos pequeños como método para “hacer
crecer” a sus iglesias. En mi contacto con algunos líderes tanto de Estados Unidos, América Latina y El Caribe como de Europa, he encontrado que muchos no han tenido la suficiente exposición a esta forma de ministrar de la iglesia. No puedo negar también que junto a la ignorancia de las bondades del método se interponen aún ciertos prejuicios que son alimentados por la mala fama de algunos sistemas de trabajo. La educación ayuda a redimirnos de la ignorancia.
En segundo lugar, en la revisión que hice de más de cincuenta libros sobre este tema, la mayoría de ellos en Español, me percaté que sólo un par de autores pusieron atención a las características o cualidades que describen cómo debería ser un grupo pequeño saludable. mpascon la capacidad no sólo de multiplicarse o reproducirse sino también de formar buenos discípulos que a su vez discipulen a otros. que hace que una simple reunión de personas produzca crecimiento y desarrollo espiritual que forme discípulos. Este libro no se enfoca en ninguna
estructura o modelo de trabajo con grupos pequeños, pues ya hay suficientes modelos que sugieren maneras de usar los grupos, algunos de ellos con probado éxito. Este trabajo se enfoca en lo que considero son las características o cualidades que hacen saludable a un grupo pequeño no importa a qué estructura o modelo esté ligado.
Muchos estudiosos del iglecrecimiento coincidirán conmigo en que los grupos pequeños han sido un factor clave para impulsar el crecimiento del evangelio y de las iglesias en América Latina, el Caribe y el resto del mundo. Estoy convencido que los grupos pequeños como método seguirán tomando cada día más relevancia y utilidad en la formación de discípulos de nuestro Señor Jesús en el presente siglo 21. Pero también estoy muy convencido que el gran valor de esta forma de llevar a cabo el “missio dei” es que cumpla la meta de “hacer discípulos”. Estamos viviendo un tiempo que requiere que tomemos en serio no sólo la tarea de la evangelización sino la de la formación de discípulos.
Este libro es el resultado de 10 años de trabajo entrenando pastores, líderes e iglesias sobre cómo ministrar a amigos, vecinos, familiares, compañeros de trabajo o de estudio a través de un grupo pequeño en países como Jamaica, República Dominicana, Haití, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Panamá, Paraguay, Argentina, España, Estados Unidos y Puerto Rico. También es el resultado de mi
propia experiencia como líder de un grupo pequeño en mi casa en los pasados años. Si hay una verdad que se ha cristalizado en mi corazón durante este tiempo es la urgente necesidad de enfocar la visión de las iglesias en el desarrollo de creyentes que se parezcan al Maestro en carácter, actitudes y conductas.
Recuerdo que mi primer contacto con un ministerio de grupos pequeños exitoso lo tuve en el Centro Familiar de Adoración (CFA) en Asunción, Paraguay, en el 1989. La iglesia, pastoreada por Emilio y Betania Abreu, había comenzado unos pocos años antes con un grupo de jóvenes que tenían el deseo de estudiar la Biblia en la casa de Emilio y de su joven esposa. Algo vio Dios en el corazón de estos jóvenes que decidió bendecirlos multiplicando su trabajo exponencialmente. A partir de ahí, el crecimiento de esa iglesia fue vertiginoso. El ministerio de los grupos pequeños ha sido el factor clave para que el CFA haya alcanzado la membresía que tiene en el momento de escribir estas líneas: 10.000 miembros y un precioso lugar de reunión con capacidad para? He podido visitar otras iglesias y conversar con sus líderes y pastores y confirmar vez tras vez la utilidad de este método para el crecimiento de las congregaciones.
Pero el presente libro no es un libro sobre cómo han surgido las mega- iglesias o sobre cómo han llegado hasta donde están. En mi cosmovisión entiendo que el desafío mayor que tenemos en el mundo, pero especialmente en occidente, no es que seamos más personas en números, que ya lo somos, y sí que seamos más
discípulos en calidad. Tal parece que América Latina, Africa y China están encaminadas en una buena ruta a juzgar por el crecimiento del número de los evangélicos. Pero no podemos negar que hay retos que son nuevos y merecen especial atención por parte de los que tienen la tarea de anunciar el Reino de Dios en nuestros países.
En realidad las iglesias usan los grupos pequeños mucho más de lo que piensan. Están presentes en las Escuelas Bíblicas, escuelas sabatinas, en los ministerios de redes, en los grupos de estudios bíblicos, los grupos que visitan los hogares y en las reuniones de todo tipo.
Existen cientos de ciudades, con millones de habitantes que las habitan; muchos de ellos indiferentes al mensaje religioso, pero con gran hambre de Dios, que están esperándonos que los invitemos a nuestras casas o los visitemos a tener un momento para compartir la Palabra de Dios. Es tiempo que desarrollemos un entendimiento correcto del momento histórico en que vivimos y de que podamos contextualizar, manteniendo los principios de las Sagradas Escrituras, nuevas formas de evangelización, discipulado y cuidado del rebaño del Señor. Nuestro mundo está cambiando más rápido de lo que podemos asimilarlo. La violencia crece, aumenta el maltrato hacia los más débiles de nuestra sociedad, la política estridente nos separa y nos decepciona, las drogas, el alcohol y la prostitución continúan marchitando a nuestros jóvenes. Esto hace necesario que busquemos
nuevos paradigmas culturales y bíblicos para poder llegar a la mente y al corazón de las personas que viven en estas ciudades que desesperadamente nos gritan pidiéndonos que les compartamos las Buenas Nuevas, pero de la manera que ellos lo entiendan.
La palabra “Método” significa “El camino más corto para llegar a una meta”. Quizá, varíe la decisión sobre cuál camino escoger para llegar al lugar donde Dios quiere que esté su iglesia en los diversos contextos donde esta sirve; dependiendo de la visión, de la capacitación y del entusiasmo de los que lideran a la iglesia.
De ahí que encontraremos diversas maneras de compartir la Palabra de Dios en las ciudades. No obstante, lo más importante es que todos trabajemos con respeto y ahínco para que, independientemente de la metodología, lleguemos con el evangelio de la salvación a los corazones de la mayor cantidad de personas posibles.
Le invitamos para que inicie la experiencia de acercarse al método de los grupos pequeños y expanda el entendimiento del Reino de Dios a través de esta forma de trabajo. Iniciemos el más grande movimiento de grupos pequeños en todo el mundo, invitemos a millones a recibir a Jesús como Salvador y Señor.
Desarrollemos a las personas a través de los estudios bíblicos, acompañémosles en el inicio de su fe cristiana.
Es posible que usted encuentre algunas respuestas que todavía no ha hallado en el desarrollo de su ministerio. Para beneficiarnos del método de los grupos pequeños en el mundo, necesitamos conocer bien lo que son y, sobretodo, cómo multiplicarlos y organizarlos para que traigan el crecimiento de la iglesia.
Este libro se ha escrito para pastores, líderes de evangelismo, líderes de grupos y para todos aquellos interesados en retener la cosecha de almas en sus iglesias locales o para los que interesan plantar nuevas iglesias y discipular a los nuevos creyentes a través de grupos pequeños, grupos familiares, de seguimiento o simplemente células.
Veremos que los Grupos Pequeños son piezas del engranaje del trabajo que realiza la iglesia de Jesucristo. Piezas que cuando encajan unas con otras pueden poner toda una red en movimiento. Una sola pieza girando no hace funcionar la máquina. Lo mismo que una sola pieza que no esté en óptimas condiciones también altera el buen movimiento. Son parte del sistema abierto de la iglesia.
Los Grupos Pequeños pudieran ser una respuesta a la dificultad para desarrollar estructuras de fe que respondan a las necesidades actuales de nuestros países.
Una definición de Grupo Pequeño Saludable es la siguiente:
"ES UN GRUPO DE HASTA 15 PERSONAS QUE SE REUNE EN UN LUGAR PARA VIVIR TODOS LOS ASPECTOS ESENCIALES DE LA VIDA DE LA IGLESIA: Proclamación, Enseñanza, Servicio, Comunión, Adoración, DE UNA MANERA INFORMAL, PERSONAL Y PARTICIPATIVA EXPERIMENTANDO EN MEDIO DE ELLOS LA PRESENCIA, EL PODER Y EL PROPOSITO DE JESUS"
Muchos líderes cristianos, especialmente pastores y pastoras, están colocando sus iglesias en espera de la orden de Dios para salir a hacer un trabajo de evangelismo y discipulado como nunca antes en la historia de la evangelización
de Latinoamérica y el Mundo. Su gran deseo es extender el Reino de Dios en los lugares donde el Señor les ha puesto.
Por muchos años nuestras congregaciones han tenido métodos tradicionales que han llevado a las iglesias a alcanzar grandes resultados en torno a la evangelización de nuestras comunidades. Pero muchos de estos métodos, como es de suponer, ya han experimentado el desgaste natural que experimenta todo fenómeno que ajeno a los cambios sociales e históricos no se actualiza. La realidad es que algunas de nuestras formas de evangelizar ya no están rindiendo los resultados esperados. ¿Qué hacer con estos métodos? Usarlos donde funcionen. Donde no funcionen, sugiero que sean guardados por algún tiempo para dar paso a las nuevas metodologías que el Espíritu Santo le está dando a la Iglesia. El Señor quiere juntar la Cosecha
más grande de la historia de la Iglesia. ¿Podremos estar abiertos para recibir nuevas formas de evangelización y discipulado acordes con las circunstancias sociales y espirituales de nuestras comunidades?
Necesitamos explorar, sin temores, métodos más contemporáneos que rindan resultados medibles y que nos animen a proseguir sin frustraciones la tarea que Dios nos ha encomendado. Como persona comprometida con la evangelización del mundo tengo que aceptar que hay sectores de la sociedad donde la iglesia no está teniendo acceso. Esto requiere cambios en la
estrategia utilizada para no continuar ofreciendo propuestas evangélicas a un mundo que no muestra interés. Las personas quieren ser oídas y quieren ser más participativas en los procesos y dinámicas que ocurren dentro de la iglesia. La realidad es que nuestras estrategias se alejan de esos reclamos arriesgándonos cada vez a ser menos escuchados como pueblo de Dios.