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Queja de Jonás y Respuesta de Dios
1 Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó.
2 Y oró al Señor: “¡Ah Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que Te arrepientes del mal anunciado.
3 Y ahora, oh Señor, Te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.”
4 Y el Señor dijo: “¿Tienes acaso razón para enojarte?”
5 Entonces salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la misma. Allí se hizo un cobertizo y se sentó bajo la sombra de él, hasta ver qué sucedería en la ciudad.
6 Y el Señor Dios dispuso que una planta creciera sobre Jonás para que hiciera sombra sobre su cabeza y lo librara de su incomodidad. Y Jonás se alegró grandemente por la planta.
7 Pero al rayar el alba del día siguiente Dios dispuso que un gusano atacara la planta, y ésta se secó.
8 Y sucedió que al salir el sol, Dios dispuso un sofocante viento del este, y el sol hirió la cabeza de Jonás, así que él desfallecía, y con toda su alma deseaba morir, y decía: “Mejor me es la muerte que la vida.”
9 Entonces Dios le preguntó a Jonás: “¿Tienes acaso razón para enojarte por causa de la planta?” “Tengo mucha razón para enojarme hasta la muerte,” le respondió.
10 Entonces el Señor le dijo: “Tú te apiadaste de la planta por la que no trabajaste ni hiciste crecer, que nació en una noche y en una noche pereció,
11 ¿y no he de apiadarme Yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de 120,000 personas que no saben distinguir entre su derecha y su izquierda, y también muchos animales?”